10 DE OCTUBRE 2013, NUEVA YORK
Honorables señores miembros del IV Comité de
Descolonización:
Agradezco al Observatorio Aragonés sobre el Sáhara
Occidental, la
Municipalidad de San Miguel de Lima y su alcalde Salvador
Heresi, por permitirme dirigirme a ustedes -vengo desde el Perú- para defender
una noble causa: la del pueblo saharaui y solicitarles que de una vez por todas
se ordene la realización inmediata del referéndum que logre su libre
autodeterminación e independencia, que ponga fin a la invasión de su territorio
–que es la última colonia en África- por parte de Marruecos. El pueblo saharaui
espera su libertad desde hace 37 años. Sus familias viven injustamente separadas,
por el muro militar marroquí de la vergüenza, una parte en el territorio
ocupado víctima de diarias violaciones a sus derechos humanos, y la otra en el
territorio liberado y en los Campamentos de Refugiados en Tinduf, en un hostil
desierto viviendo de la caridad y solidaridad internacional.
Ya no se trata de debatir sobre argumentos
históricos y jurídicos de quién tiene la razón, pues el Tribunal de La Haya ya dio su veredicto en
un conocido e histórico
dictamen el 16 de octubre de 1975, que señala que no existe ningún vínculo de
soberanía territorial entre el territorio del Sáhara Occidental, por una parte,
y por el Reino de Marruecos y el complejo mauritano por la otra; por lo que
debe aplicarse el principio de la libre autodeterminación mediante la expresión
libre y auténtica de la voluntad de las poblaciones del territorio.
Asimismo, decenas de resoluciones de la Unión Africana y de
la Asamblea General
de la ONU y del
Consejo de Seguridad reconocen al pueblo saharaui su derecho a la
autodeterminación para lo que se creó la Misión de Naciones Unidas para el Referendum en
el Sahara Occidental (MINURSO), desplegada en el territorio desde 1991 para
celebrar un referéndum en seis meses. Sin embargo, llevamos 22 años de espera.
Los siete mil millones de habitantes de todo el
mundo os están observando, señores miembros, para que pongan fin al sufrimiento
del pueblo saharaui y evitar que este grandioso pueblo desaparezca de la faz de
la tierra por la acción sistemática genocida del Estado ocupante ante la
indiferencia de muchos países.
Basta ver las noticias: todos los días se cometen
violaciones a los derechos humanos del pueblo saharaui por parte de la potencia
ocupante. También se pretende eliminar su patrimonio cultural material e
inmaterial: en los territorios ocupados ya no se enseña el español, se les
educa en una inventada historia oficial marroquí y no saharaui; son acosados si usan su vestimenta típica. La potencia ocupante procura, asimismo,
destruir otro patrimonio cultural
material que da testimonio de la historia y la cultura del Sáhara Occidental,
un territorio no autónomo. Por ejemplo, arrasaron el monumento histórico Fuerte
de Villa Cisneros. Pretendieron demoler la Iglesia Católica
de Dajla. La agresión llega al extremo de que a los saharauis se les ha
prohibido el uso de la “jaima”, carpas símbolo de la identidad nacional
saharaui. Y, no lo digo yo, lo señala la experta independiente de las Naciones Unidas,
Farida Shaheed, que “se enteró, con preocupación, de que los
saharauis no gozan nunca, en la práctica, del derecho de registrar a sus hijos
en el registro civil bajo el nombre que desean, en particular, según la
práctica hassanía de utilizar nombres compuestos”.
En resumen asistimos a un
genocidio cultural, prácticas racistas que recuerdan la política de
discriminación racial del apartheid en Sudáfrica.
Mientras las Naciones
Unidas se tardan en buscar una solución para la autodeterminación del pueblo
saharaui, las riquezas de su territorio se ven expoliadas por Marruecos, la
potencia invasora: el banco pesquero, la venta de arena, los fosfatos, las
explotaciones agrícolas, etc sin ningún beneficio para la población sojuzgada,
la saharaui. Más del 50 por ciento está desocupada, mientras los colonos marroquíes obtienen los empleos.
Honorables señores
miembros del IV Comité de Descolonización: el mundo acaba de conocer con
estupefacción el descubrimiento de fosas comunes de saharauis asesinados en
1976 durante la ocupación marroquí, cuya historia oficial mencionaba que eran
“desaparecidos”. Estos son delitos de lesa humanidad que no prescriben, y nos
indigna, una vez más, todo lo que acontece con el pueblo saharaui: falta de
libertad, detenciones y torturas, que felizmente las modernas tecnologías
informativas nos hacen conocer y que rompen el silencio informativo cómplice de
los grandes medios de difusión.
Están a tiempo señores,
de continuar insistiendo en la necesidad de realizar el referendo de autodeterminación
del pueblo saharaui y de pedir
que la MINURSO
tenga atribuciones de defensa de los derechos humanos. Es más, debería
recomendarse el reconocimiento –para los países que aún no lo hayan hecho- de la República Árabe Saharaui
Democrática y ser aceptada por las Naciones Unidas, para que exista mayor
igualdad, equidad y mayores condiciones de negociación para la devolución del
territorio ocupado por Marruecos.
En sus manos está el
futuro de un pueblo, que espera la autodeterminación por más de 37 años, y que confía
en ustedes y en la legalidad internacional. Ustedes son su esperanza.
Resoluciones cada vez más enérgicas son necesarias ante la inacción
internacional. No los defraude. Puede ser la última oportunidad para una
solución pacífica. Es conocido que Marruecos bloquea las negociaciones en las
Naciones Unidas, si continúa así debe obligársele a retirarse del territorio
ocupado mediante los Cascos Azules.
Como señalan tanto el
Secretario General Ban Ki-moon, como su enviado personal el embajador
Christopher Ross, el statu quo es inaceptable. La situación es insoportable. ¿O
se está esperando una matanza del pueblo saharaui, como antes se hizo en Ruanda
o en Bosnia, para que las Naciones Unidas actúen?
Los saharauis son seres
humanos. Yo soy saharaui.
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