MINURSO, acrónimo que significa Misión de
Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental y que recuerda el
objetivo de la creación de este operativo de NU en 1991: organizar el referéndum
que permitiese al pueblo saharaui ejercitar su derecho a la autodeterminación. “La
descolonización y el derecho a la autodeterminación no son afirmaciones
subjetivas, ideológicas o simples deseos (Yahia H. Zoubir)”. Un derecho
reconocido a los saharauis internacionalmente desde 1963 y reafirmado por todas
las resoluciones de NU hasta la actualidad. Sin embargo, desde que en diciembre
de 1999, la MINURSO
estableció la lista provisional de electores, Marruecos ha bloqueado la
continuación del proceso.
Hoy las patrullas de la MINURSO se limitan a
controlar el alto el fuego, con un presupuesto anual actual de 58,4 millones de
dólares y unos 213 efectivos. Ban Ki-moon se “queja” de que “la misión carezca
de autoridad para prevenir o corregir los incumplimientos” y de la “erosión
gradual de la autoridad de la
MINURSO y, por tanto, del prestigio que goza en su zona de
responsabilidad”. Neutralidad comprometida por el hecho de que su sede en El
Aaiún, habitualmente, se encuentra rodeada por banderas marroquíes o la
exigencia de Marruecos de que los vehículos de NU circulen con matrícula
marroquí. En 2012, Ban denunció el espionaje marroquí de las comunicaciones de la MINURSO.
Lo peor de todo es que es la única misión moderna
de NU entre cuyas funciones no se encuentra la supervisión de los derechos
humanos. Todos los años cuando se renueva su mandato la esperanza es que se
dote a la misión de esta atribución. Este año, EEUU anunció que apoyaría la
iniciativa, lo que provocó una reacción airada de Marruecos que llegó a
suspender unas maniobras militares conjuntas entre ambos países. Finalmente, el
25 de abril, no se incorporó el monitoreo de los derechos humanos. En cambio,
ese mismo día se estableció para Malí la MINUSMA, mediante otra resolución del Consejo de
Seguridad, incluyendo la vigilancia del respeto de los derechos humanos. La
resolución que renueva la
MINURSO no adopta medidas para avanzar en el referéndum ni en
la supervisión de los derechos humanos. Resulta inaceptable esta doble vara de
medir de la diplomacia. Más allá de la tradicional inoperancia onusiana, las causas
del mantenimiento de esta situación son los consabidos equilibrios y alianzas
geoestratégicas que condicionan las decisiones del Consejo de Seguridad favoreciendo
a un Marruecos temeroso de que las reivindicaciones saharauis resulten
imparables. El alto el fuego de 1991 se acordó con miras a la celebración del
referéndum, un proceso que no tendrá garantías mientras el ocupante invasor
pisotee los derechos humanos ante la indiferencia de unos cascos azules carentes
de competencias para investigar la vulneración de los derechos humanos.
* Luis Mangrané Cuevas
Edición papel La Marea, junio 2013
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